No he podido estos días por menos que acordarme de una de las históricas historietas de Mortadelo y Filemón de Ibáñez, en la época dorada, como fue El cochecito leré, que empieza con una metáfora del coche, cuya invención está llena de ingenio, imaginación, descubrimentos, pero también de impuestos, tasas, obligaciones, multas... y así hasta diecinueve sinónimos más o menos precisos que significan pagar. Con las cinco letras finales, basta.
Viene esto a cuento porque mi
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| Francisco Ibáñez / El cochecito leré |
He leído en algún periódico al hilo del tasazo de Alicante con la basura, cuando en Alcoi es exactamente el mismo importe... y nada se dice... Total que, volviendo al gran Ibáñez, pronto tendremos impuesto municipal al que tenga más de un ojo "por exceso de disfrute del paisaje". Este escritor/autor era normalmente muy crítico con las imposiciones tributarias.
Normal que tras la rentrée escolar, con los pagos vacaciones, el IBI y demás tributos anexos, el consumo esté más que reluctante, porque al final todo recae en los mismos. Para colmo, en los últimos tiempos pasear por la ciudad se ha convertido en todo un reto porque los residuos orgánicos chuchunos andan por doquier, lo cual me lleva a la reflexión filosófica original auspiciada por Ibáñez y a demandarme si no optamos por lo fácil: castigar al de siempre.
¿A cuánto se pagaría la multita por dejar un residuo de tamaño elefántico en el Paseo Cervantes, en la Alameda, o en cualquier calle? Creo que todos agradeceríamos un poco de dedicación específica en este tema. Bueno, todos no: a los propietarios de los canes que incumplen la ordenanza vigente no les haría demasiada gracia, evidentemente.
¡Ah! Y el cementerio... Mejor no morirse porque no hay nichos y los pocos que hay se acaban de disparar de tarifa, como si fueran pirámides. Habrá que mirar los pueblos vecinos, como hacen las industrias y los comercios. ¡Igual nos sale a cuenta!

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