Resulta difícil de imaginar hoy en día,
Carátula del DVD de Los chicos del Preu
pero en la película Los chicos del Preu,
de 1967, al personaje de Lolo (Manuel
García Salcedo) no le dejaban cantar; solo podía tocar la guitarra. Y
también atacaba “instrumentos” como la nuez, la goma elástica con la boca y, en
general, hacía música con cualquier cosa que se le pusiera por delante. Lo
decía el director del elitista de colegio de Madrid donde Lolo cursaba el Preu,
con el fin de convencer de sus grandes dotes a un iracundo José Luis López Vázquez, que de ninguna manera quería un hijo
melenudo, músico, yeyé, todo lo cual, más o menos, venía a ser lo mismo.
Lolo era Camilo Blanes.
En la película, toca la guitarra, en
realidad varias, con Karina como
cantante estelar. Los dos triunfaron más tarde en la música... Pero
suspendieron el Preu cinematográfico, lo que son las cosas. En un momento dado,
la madre, Lolo, con sus padres cinematográficos / Sensacine.com
la actriz Margot Cottens, apunta datos auténticos como que el
chico nunca estudió música: lo sabe espontáneamente. Porque fue así. Camilo
Sesto jamás pisó un conservatorio.
La película, de 1967, revisitada en
2021... Tiene un tufillo a comedia tonta, que trata de reflejar la idílica
situación de la juventud española en la época en un colegio elitista e improbable,
donde se combinan chicas bien sin carnet pero con coche con los que chicos que llegan
del pueblo, en este caso, Tomelloso, en un tren de vagones de madera y que
echaba humo. Huele a las líneas que se cerrarían en el 69, como nuestro
Xitxarra.
La ficha del DVD subraya a las claras que
el ambiente nada tenía que ver con la realidad del momento, Cartel de Hamelín
con huelgas en
universidades, el cierre del Diario Madrid e, incluso, el primer
atentado de ETA, cuyo final está siendo recordado y debatido estos días. De
cualquier manera, la película sí refleja dos aspectos inmortales de los jóvenes
estudiantes: las relaciones amorosas y el miedo escénico ante la espada de
Damocles que supone el aprobado o el suspenso.
Como fuera, Los chicos del Preu pone
en escena una época, un tiempo pasado, con Karina de protagonista estelar, como
lo sería en realidad tres años más tarde, y con un genio musical apuntado, pero
en este caso sin aparente perspectiva de futuro. En realidad fue todo lo
contrario, porque un lustro después Lolo consolidaba una carrera musical que le
llevaría al Olimpo y le convertiría en un mito. Aquí, Pedro Lazaga y su
equipo resbalaron y mucho, pero son la cosas de la vida, como cuando la casa
discográfica Decca rechazó a los Beatles, o cuando la editorial Gallimard
desestimó la publicación del primer volumen de En busca del tiempo perdido,
de Marcel Proust, siendo André Gide uno de los miembros de la
comisión encargada del veredicto.
Cartel original de Los chicos del Preu
Lolo demuestra en la película su
habilidad como guitarrista, con diversas variantes del instrumento hispano por
excelencia y al final triunfa con su grupo, mientras el polifacético José
Luis Vázquez, ya en el redil de la modernidad, firma el primer contrato
para una gira (en este caso, como en tantos otros, el poderoso caballero don
dinero deja de lado las ideas). Una premonición con el contexto de Los
Botines, aunque la carrera al estrellato sería individual.
Esta película, además, no sería la última
incursión cinematográfica de Camilo Sesto, ya que intervino, con Los Botines,
en Hamelín, una producción de 1969, dirigida por Luis María Delgado
y protagonizada por Miguel Ríos, nada más y nada menos. He visto en
youtube una actuación del grupo, conforme al estilo yeyé de la época, pero la
ambientación de la película invita al olvido inmediato y absoluto, como por
otro lado parece ha ocurrido con toda justicia. Curiosidad histórica y nada
más.
Entre 1979 y 1980, de acuerdo con el Cartel de La playa del amor
pozo
infinito de sabiduría más o menos necesaria que aporta Google, el
cantante alcoyano participó en tres películas argentinas, pero lo hizo como
artista invitado y no como actor más o menos protagonista. Así, figura en los
créditos de La playa del amor, con la colaboración añadida de su amiga Ángela
Carrasco y de Rocío Dúrcal; en Las vacaciones del amor y en La
discoteca del amor, en esta última también con la artista que haría el
papel de María Magdalena en Jesucristo Superstar. Carezco de
referencias concretas de estas películas, pero dados los títulos, no acaba de
resultar extraño.
En resumen, Los chicos del Preu se
configura como la única incursión real del cantante en el mundo Cartel de La discoteca del amor
de la gran
pantalla, con un papel de actor juvenil en el que actúa, pero no canta. Todo un
desatino.
Dos notas finales. Las canciones que interpreta
el grupo son de Los Pekenikes y la música o banda sonora, de Antón García
Abril, que también creó la de otra destacada obra cinematográfica que he
tenido entre manos recientemente: Sor Citroën. Curiosamente, ambas son
del mismo año.
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